El Puente de los
Peligros o Puente Viejo es un puente de piedra en arco sobre el río
Segura, finalizado en 1742 y situado en la ciudad de Murcia (Región de Murcia,
España).
Es el
más antiguo de los que hoy se conservan en la ciudad, de lo que se deriva el
nombre de Puente Viejo, en contraposición al Puente Nuevo o de Hierro
construido en 1903
La
denominación popular de Puente de los Peligros se debe a la presencia en
el lado sur del puente de una hornacina que guarda la imagen de una virgen denominada
de los Peligros, de profunda veneración en la ciudad. El 26 de
septiembre de 1701, una riada del Segura destruyó el puente del siglo XVI que
unía la ciudad con la margen derecha del río y que servía de comienzo al camino
real de Cartagena.
A
finales de abril de 1717 se echó desde la cuenca alta del Segura la madera que
había de servir para hacer las ataguías y el andamio de las obras, tardando 6
meses en llegar a la ciudad
El 10
de septiembre de 1718 se puso la primera piedra del Puente Viejo, pero al poco
tiempo las obras tuvieron que ser detenidas ante la petición de Felipe V al
concejo de Murcia de 14.000 doblones para la construcción del Palacio de la
Granja.
Toribio
Martínez de la Vega estuvo al frente de la obra durante siete años,
consiguiendo en ese tiempo sacar del agua del río el pilar central y los
estribos. Tras los pequeños avances que se realizaron durante la dirección de
Jerónimo Gómez de la Haya, se hizo cargo de la misma Jaime Bort, que se
encontró ya con gran parte de los obstáculos salvados y siguió trabajando según
los planos de Martínez de la Vega. Sin embargo Bort ensanchó aún más las
entradas al puente, sobre todo en la margen derecha; Martínez de la Vega había
hecho lo propio en la margen izquierda, mandando derribar una parte de la puerta
del Puente de la muralla de la ciudad.
La
construcción, paralizada de nuevo, se reanudó en 1739 no volviéndose a detener
hasta su completa conclusión en 1742. El 12 de septiembre de 1742 se colocó
sobre el puente la imagen de Nuestra Señora de los Peligros, construyéndose posteriormente el templete neo-clásico en la margen derecha que da el nombre al monumento. Sobre los tajamares se
instalaron estatuas de San Miguel y San Rafael, obra de Joaquín Laguna.
En
1850, el puente vivió una ampliación para ensanchar sus aceras a través de una
estructura metálica unida a la sillería. Esto supuso la desaparición de los
elementos decorativos de los tajamares anteriormente citados. Siendo
insuficiente esta primera ampliación, en 1867 se agrandó todavía más la
estructura metálica superior, quedando la imagen del puente tal y como se puede
contemplar en la actualidad.
El
proyecto del Puente Viejo resultó todo un éxito ya que se convirtió en el
primer puente de la historia de Murcia que aguantó sin problemas las periódicas
inundaciones del río Segura, incluyendo la gran riada de Santa Teresa de 1879.
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